Volamos pegados al mar, la radio está apagada. Aurora al fin rompe el silencio con la clásica petición. -Siempre viajamos mudos... ¿Por qué no me cuentas cómo nos conocimos? -Llevo haciendo eso estas últimas semanas. -¿Qué cuesta una vez más, Amerikanets? El piloto automático fue activado. Ella se levanta de su asiento, estirándose hasta el mío para retirarme el casco. Ahora siento su húmedo aliento. Un suave susurro vuelve a insistir. -Sólo una más...
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