Harry acaba de volver a Los Ángeles, ya han terminado las grabaciones de Dunkirk y solo tiene un deseo: terminar su primer trabajo en solitario en otro lugar. Muy lejos. Cuatro días más tarde de esta pronta decisión, él y su equipo aterrizan en Port Antonio, Jamaica. Y así es como desaparecen del radar de TMZ y toda su base de fans por dos preciosos e inolvidables meses.
Al llegar se dirigen a GeeJam, una casa estudio arrendada exclusivamente para ellos. A ratos entre visitar Bush Bar, ir de paseo a nadar por las mañanas, y ver comedias románticas de Netflix, los chicos pasan los días creando, componiendo y grabando en el estudio, sin ninguna presión. Hasta que conocen a la pieza clave que les faltaba para crear las mejores canciones de la época.
Cuando la sociedad recorta los retales que afean su perfección, manda sus desperdicios al Internado Hunllef donde son pulidos hasta quedar como los demás.
Pero hay un grupo de incorregibles que luchan por su individualidad, el Club de las balas perdidas.
Tendremos un retrato psicólogo de:
Sheena Hunter (la punkrocker), una de las balas perdidas más difíciles de enderezar.
Joel Bracco (el chico de los traumas) su mente no es muy maleable.
Megan Sayer (la adicta) no puede dejar el mal camino.
Brad Willson y Amber Jones (la pareja trágica) van en la dirección equivocada, juntos, pero equivocados.
Y Myles Pride (el escapista) que lucha por perderse aún más donde nadie pueda encontrarle.