Maison Rosseau era aquel sitio al que cualquier joven hubiese deseado ir en aquella época. Sus paredes llenas de cuadros valiosos, puertas que llegaban hacia el cielo, o el microcuento de cada uno de los vestidos que por cada esquina convertían en una delicia para el contacto visual. Cualquier persona excepto Marlene Blanc. Cuando su querido tío fallece, ella y su hermano deben abandonar el hogar de inmediato. Mientras que su hermano comienza su nueva vida en un honrado puesto de trabajo, Marlene traslada su vida hacia las enormes paredes de Maison Rosseau.