Chuuya vivía con el constante desprecio por ser un Beta y no uno cualquiera, era un príncipe, el siguiente rey de los Nakahara.
Dazai es un alfa, ahora rey y único heredero de su familia.
El reino de los Nakahara y los Dazai jamás se había llevado bien. Siendo los más importantes de todo Japón, estaban en constante guerra para saber qué familia de Reyes tomaría el poder absoluto y se quedaría con todo.
Hasta que en su reinado, los abuelos y padres de ambos jóvenes, decidieron cambiar la historia y hacer un tratado de paz.
Juntar a las dos familias reales en sagrado matrimonio. Era una idea brillante, unirían a los pueblos, agotando las disputas, se prepararían mejor para las guerras, sacarían la sed de enemistad.
Solo había un pequeño problema, quizás no tan pequeño. Ninguna de las dos familias había tenido una hija mujer. Ambas tuvieron hijos únicos y... hombres.
El matrimonio ya estaba pactado y debía realizarse, no importaba cuanta sangre se derramara en el camino, ni cuantos cayeran.
Chuuya y Dazai estaban comprometidos en contra de su voluntad, incluso antes de haber nacido.
Aquella unión de ambos reinos podría decaer en un completo desastre y abordar la tragedia. Pero, a pesar de los linajes y la guerra, ¿quién será el verdadero rey?
En medio de su batalla más dura hasta la fecha, Son Goku acabó en un lugar completamente diferente, donde la magia, los mitos, las leyendas y seres ancestrales estaban aún más presentes que en su mundo.
- ¡Espera!, ¿donde dices que estoy? -
- Sabía que tus heridas son graves pero no lo suficientes como para causar amnesia... Estas en una de las siete grandes de naciones de Teyvat...
Teyvat... Esa palabra había resonado en su cabeza, olvídandose por completó de su estado o que previamente había luchado a muerte por el destino de la Tierra, dejó que su mente le mostrará una imagen.
La de una chica con un par de cuernos semejantes a los de una cabra.