Durante cinco años Rodrigo soñó con la chica con la que cada mañana coincidía en el metro camino a clase. Jamás se atrevió a decirle nada, solo osó a devolverle la sonrisa cuando sus miradas se encontraban en medio del abarrotado vagón. ¿Quién le iba a decir que el caprichoso destino los cruzaría diez años después?