El rubio cenizo se alejó de Midoriya Izuku, un peliverde con una sonrisa más brillante que el mismo sol. Desesperadamente deseó no arrepentirse al enterrar los sentimientos sin confesar que tenía por el chico. Y funcionó, al menos eso creyó hasta que le vió sonreír con amor a otra persona, fue ahí cuando cayó en cuenta de la realidad. No porque quieras olvidar a alguien, lo harás. No es tan sencillo. -Kacchan, me gusta Shinsō, me voy a confesar al salir. ¿Crees que sea correcto? ¿A quién había fastidiado tanto como para que me hicieran sufrir de esa manera? Tal vez fue a la bruja de mi madre.