Siempre fui una niña... peculiar, y no me refiero a que me califico de esa manera porque me vestía como hombre o mi color favorito era el azul, todo lo contrario, siempre fui muy femenina y me gustaba jugar con Barbies. Solo que siempre fui diferente. Cada vez que los recuerdos de las cosas que se me pasaban por la cabeza, me llegan, me río inconscientemente.
Crecí en una familia normal, la típica familia perfecta: padres juntos, un hermano menor y mi abuela que solía visitarnos cada cierto tiempo. Lo peor de todo, es que no había rupturas dentro de ese ideal familiar, era perfecto, además a mis padres siempre les fue muy bien económicamente y jamás tuvimos problemas de ningún tipo. Aunque siempre aparece ese pequeño gusano que viene a comerse la manzana desde dentro poco a poco, un parasito que llega y nadie se da cuenta, al principio parece una bendición porque limpia todo, pero cuando sigue comiendo y llega al exterior, es la peor maldicion. Y yo, a pesar de los grandes intentos que hicieron mis padres por ocultarlo, era ese parasito.