Un día en la vida de Lisa es sin duda una historia interesante, cruda y a veces espeluznante desde el punto de vista de las realidades del mundo urbano moderno, pero también edificante si se la ve con ojos de crítica constructiva. Se trata de una chica adolescente muy bella en todo el sentido de la palabra, pero con un espíritu rebelde para muchos, independiente para otros y para no pocos, incluidos sus padres, un espíritu insaciable de libertinaje. Sus años escolares transcurrieron dentro de una mediana normalidad en tanto que hubo de soportar excesivas presiones de parte de sus progenitores, en especial de su madre, para que tuviera una educación muy por encima del promedio. Dichas presiones, aunadas a nocivas amistades con las que comenzó a tener contacto en sus años de colegiala, la condicionaron a tener una niñez privada de las vivencias típicas de cualquier niña y una adolescencia agredida por las luces cegadoras de la drogadicción, el licor, el sexo irresponsable y mucho más. Finalmente, gracias a los insistentes y sabios consejos de algunas personas, consigue, en un momento de aflicción y al mismo tiempo de lucidez, un tenue espacio de luz en medio de sus tinieblas. A partir de ese punto pareciera que su vida irremisiblemente dará un giro total, pero eso será una incógnita porque justo en ese punto termina la historia.