- ¿Creé en los destinados Stark ? - preguntó el sargento en un susurro
muy cerca del rostro del Alfa
- Sí - sonrió recibiendo los labios del Omega, de Su Omega
Para nadie era un secreto la relación que llevaba el sargento con el ingeniero Stark, aún así jamás lo tocó, dejaba claro que el pequeño Omega ya tenía Alfa, por eso mismo después de que notificarán de su muerte y la del capitán, se volviera loco, se perdió en el alcohol por meses sino años, repitiéndose que los destinados no existían, hasta que conoció a sus betas, con ellos conoció el amor y la familia, su esposa le daría su primogénito y, su amante se mantendría con él. Era feliz ¿No? Los omegas eran solo incubadoras al mando del primer Alfa que los marcará.