Lo supe siempre. Incluso cuando no sabía que significaba sentir mariposas en el estómago. Lo supe desde el primer momento que su mano agarró la mía. Lo supe cuando me miró a los ojos. Lo supe cuando sonreía. Lo supe cuando yo no fui su primer beso y aún así me moría de ganas de serlo. Lo supe. Supe que perdería la razón por él.