Un 13 de enero ...

Agradezco tu paso por mi vida, donde a veces parecía tan largo y doloroso, que, los pequeños instantes de quietud me hacían entender que si seguía ahí, mi destino sería un lapso de destellos lucidos y quiméricos, donde aquella cúspide a la que me hacías alcanzar me deslizaría tan rápido, con tanta fuerza dejándome arrojada sobre un pantano: cubierta de agua salobre y estancada por meses.

Un 13 de enero que me abrió los ojos para hacerme notar que nuestro vínculo había llegado hasta ese punto: el punto en el cual ambos sabíamos que no teníamos más capacidad de resistencia y que, aunque se atisbara un amor prodigioso con vista a un refugio de gestos entendidos, pasión desbordada y la mayoría del tiempo un actuar adormecido esperando a que apareciera un interruptor mágico capaz de ponerle 'off' a aquella situación de costumbre, seguiríamos ahí, haciendo de un arte el acopio de quién padecía más.