Estamos tan obsesionados con la felicidad de otras personas que nos empeñamos a ver lo que nos da la gana. No reparamos en que porque una persona "lo tenga todo" sea y esté completamente feliz. Nos dignamos a pensar en que si tienes unas ciertas circunstancias físicas eres una persona con una buena vida y no tienes derecho a quejarte. Prohibimos a la gente que diga las partes que no le gustan de su vida porque hay casos peores. Lo peor de todo es que hacemos lo mismo. Somos seres egoístas que queremos ser escuchados pero no queremos escuchar a nadie. Queremos construir nuestro mundo pisando todo lo que se nos ponga en frente y argumentándolo con un "Yo lo estaba pasando peor".