Ella amaba las flores. A él le gustaba la música. Ella podía pasar horas metida dentro de su florería. Él era fan de encerrarse en su estudio y componer. No tenían mucho en común y tampoco es como que planearan tenerlo. Ni se imaginaban que, en algún momento de la vida, iban a coincidir. Pero a veces, esta es tan sorpresiva que incluso ella misma termina asombrada con lo que, sin querer queriendo, ocasiona. "Permíteme escribirte canciones hasta que el último pétalo de la última flor en el mundo se marchite."