Lia vivió toda su infancia en orfanatos, sufriendo el desprecio de los demás por estar en una silla de ruedas.
Alex siempre la defendía del resto, pero cuando estaban a solas la trataba igual o peor que ellos, y Lia no lograba entender por qué.
Ella termina siendo adoptada por un abogado muy famoso, y al pasar el tiempo el padre adoptivo de Lia debe evitar que Alex vaya a prisión por ser acusado de ocasionar múltiples incendios que provocaron destrozos en toda la ciudad.
Alex está cambiado; cruel, indiferente, vacío.
Frío, pero extremadamente caliente.
«𝑫𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒐 𝒇𝒖𝒆𝒈𝒐, 𝒄𝒆𝒏𝒊𝒛𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒂𝒏.»