A lo largo de sus 20 años, su vida había dado tantas vueltas que ella llegó a perderse. Ella se perdió y lo único que la anclaba a la vida era su familia: sus abuelos y el chico de ojos grises. La vida no se portó bien con ella, la obligó a madurar a base de golpes y dejó que una gran helor invadiera su corazón. Aquel florecido corazón se congeló. Nunca la subestimes porque ella no es lo que parece. No te dejes llevar por aquella mirada. ¨-No te confundas tinieblito, puedo asegurarte que podría llevarte al cielo.- dije acercándome lentamente hacia él- También puedo asegurarte que, por compasión, podría arrastrarte hasta al mismísimo infierno. -¿Por compasión, morena?- dijo burlándose de mí. Corté el espacio que quedaba entre ambos. Su respiración se cortó y comenzó a respirar aceleradamente. -Amor, el infierno será menos doloroso que el estar entre mis manos-susurré suavemente en su oído mientras con mi palma acariciaba su cuello. La sorpresa invadió su rostro. Enfrenté a esos ojos llenos de oscuridad, aquellos ojos que despertaban un miedo irracional en lo más profundo de mi ser. Él no dijo nada más, solo me observaba. Sin más me alejé, no sin antes dedicarle una sonrisa arrogante a aquel tinieblo que más tarde pondría mi mundo patas arriba.¨ Lo que ella no sabía era que la vida tenía grandes planes para ella, pues si de algo estoy segura, es que hasta la vida se arrepentía de haber dañado a aquella jodida bendición. El mundo aún no está preparados para ellos, ¿y tú?¿lo estás?All Rights Reserved