Eres una joven adulta de 25 años con un problema glandular, eres gordita y tus caderas tienen la figura de una deliciosa pera, eres bella. Tan bella como las doncellas de las pinturas de Pedro Pablo Rubens. Pero tú no ves eso, pues por más que te esfuerces no logras llegar a la figura ideal de esas que te idealizas a ti misma en las revistas de espectáculos. Es deprimente esforzase tanto y no ver resultados esperados y para colmo se acerca el día de San Valentín. Otro día que lo pasaras sola viendo películas de comedia romántica y aguantando el impulso de querer comer helado para matar la soledad. Tu autoestima solo se baja más al tener de vecino a alguien tan guapo y atlético como Eijiro Kirishima, no sabes casi nada de él, solo que todos los días corre a las 6:00 am por toda la calle del lote de departamentos en el que habitas, parece ser uno o dos años mayor que tú y le gusta ser amable con todos los vecinos, es alto y fuerte, su cabello es rojo como el fuego mismo, y que su nombre es Eijirou Kirishima porque su buzón de correspondencia está a lado del tuyo. Es todo, no deseas saber más porque no quieres sentir más, él es demasiado para ti. Tú misma te lo has dicho y puesto es la cabeza. Alguien como él jamás se atrevería a tan siquiera voltearte a ver.
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