Solo tuve unos segundos, solo unos segundos...para expresar todo y observarla una ultima vez. Ella estaba delante de mi, con una vestimenta blanca como su hermoso pelo, con un labial tan rojo como la sangre que recorre mis manos y con una expresión tan perdida como mis pensamientos. -Ayúdame...-Digo yo mientras la tomo de la mano.- Y solo escucho su dulce voz informando el triste adiós, antes de caer inconsciente y ser abrazado por la abrumadora solead y la dolorosa traición.