Sus ojos, eran tan oscuros, todo en él lo era, pero no generaba miedo, generaba unas ganas inmensas de tocarlo, se comportaba como un niño, pero no tenía piedad por nadie.
Su mundo, era un sueño hecho realidad, ni los mejores libros de fantasía podían describir en lo más mínimo lo asombroso que era estar aquí.
Todo era distinto, no había piedad en este lugar, si mentias siempre se sabía la verdad y no tardabas en recibir tu castigo.
Nada aquí era como en la tierra, como en mi mundo, cualquier error que cometias era castigado justo a tiempo, y nadie se salvaba.
Un nombre, el te regalaba un nombre si lo creía conveniente, si habías hecho el bien, y los que no tenían nombre eran unos desgraciados.
Kara, el nombre de mi señor, su nombre es igual de perfecto que él, domina a todos a su antojo, a algunos los domina a través del miedo y a otros a través de sus encantos, era imposible hacer el mal sin pensar en él.
Siempre había querido vivir en un paraíso, y si lo hubiese sabido antes, de igual manera hubiese preferido vivir en este. Pero lo nunca me hubiese imaginado era que todo paraíso escondía un infierno, y que el dueño de este, fuese el mal en persona.
Para mi era una fantasía pensar que existía la vida después de la muerte, pero llegó a ser tan real.
En este lugar teniamos que morir la muerte, hasta pagar nuestros pecados más oscuros, aunque creamos que somos inocentes aún así teníamos que pagar, y la principal manera era vivir sin los recuerdos de nuestra vida.
Y en mi caso, al igual que en muy pocas personas, recibiamos otro castigo más, y era el no tener nombre, por que él así lo quería, haciendo que seamos nombrados como un tipo de especie diferente a los demás los cuales si tenían nombre , nosotros eramos llamados los "SinKaras".All Rights Reserved