En Zembrock todo se ha vuelto corrupción y ambición. Hasta los corazones más puros se ven endurecidos por la maldad que los rodea. Para Ambrose el tiempo se acaba. Tiene un objetivo claro, aunque no es el más honroso. Todas las healers al perder su virginidad, le otorgan a la persona un obsequio más preciado que solo su virtud. Aquella persona tendrá la maravillosa y codiciada cualidad de recuperarse de heridas letales para cualquier otro ser humano. No son inmortales, pero un don así es muy preciado. Es por eso que cuando se descubre una healer se le lleva a un lugar llamado Diinlev, allí será instruida en el desarrollo de sus poderes de sanación y conservada de la forma más pura posible. No es un cuidado desinteresado. Al cumplir 19 años será entregada en matrimonio a un Sorlack, un hombre de la nobleza. Ellos escogerán a quien quieran y la obtendrán. Pero Ambrose no será tratada como un objeto. Ella hará lo que sea necesario para que no usen su cuerpo y su poder para un fin egoísta. Aunque eso pueda matarla de una manera u otra.