24 parts Ongoing Los humanos son, en su mayoría, efímeros.
Y aún en esa brevedad, se repiten.
Ambiciosos, temerosos, cobardes, algunos hasta valientes... pero siempre prisioneros de sí mismos. Siempre construyendo imperios para luego deshacerlos con la misma torpeza con la que un niño derriba sus propios castillos de arena.
He visto esto antes.
No una vez, ni diez, sino incontables veces.
Ciudades devoradas por su orgullo. Civilizaciones elevadas por ideales y hundidas por codicia. Hermanos que se juraban eternidad, enfrentados por migajas.
Y aun así, hay excepciones.
No mejores. No perfectos.
Pero distintos.
Uno de ellos fue un hombre llamado Hashirama.
Otro, uno llamado Madara.
Ambos creyeron, equivocadamente, que podrían cambiar el destino del mundo. Uno con esperanza. El otro con control. Ninguno entendió que el mundo no desea ser cambiado, solo repetido.
Y entonces... llegó otro.
Un niño.
Un tonto.
Un soñador de los peores.
De esos que, sin saberlo, hacen temblar los cimientos del mundo solo por reír en voz alta.
De esos que creen que la amistad puede detener una guerra.
Que un abrazo puede callar a los dioses.
Por él decidí abrir los ojos.
Solo un poco. Solo una grieta.
Quizá, solo quizá... merezca la pena mirar de nuevo.
Porque esta historia no trata de héroes ni de monstruos.
Trata de ciclos.
De errores que vuelven a nacer.
De un mundo que sangra... y de un idiota que intenta vendarlo con las manos sucias.
Os contaré su historia.
La del último hombre que desafió al destino con una sonrisa.
Os contaré la historia de Naruto Uzumaki Namikaze.