La edad solo es un número. Sin embargo no puede ignorar a sus instintos, el peso de la presión que poco a poco lo sofoca. Un par de ideas que considero buenas, una necesidad en su alma de la que no quiso escapar. Su corazón roto, la soledad, el egoísmo y el miedo, todo ello se convirtió en un coctel que no pudo más ignorar, lo llevaron a obedecer a su más primario instinto de omega, donde los caminos del bien y el mal, la indecencia y la pureza se desdibujan.