Dos amores no correspondidos uno que cubre una pesada carga de necesidad y el otro que es cubierto por una gruesa capa de tabú y negación.
Un triángulo amoroso conformado por solo dos personas.
El, de los que odian las preguntas sin respuestas y los rodeos que no llegan a ningún lado, un miedoso que esconde tras una capa de insensibilidad tras la cual se oculta de todo y todos.
Ella de las que aman el olor del café y odian el chillar de los pájaros al cantar en la mañana, el humo de la culpa y la mentira la ciega, pero que espera, al fin y al cabo ella tampoco quiere ver.
El, era de los que siempre reían y buscaba desesperadamente un lado positivo a todo, siempre disfrazado de caballero de armadura impenetrable, nunca dejó ver quien era realmente el que estaba dentro de ella.
Simples adolecente que pasan su día a día aferrándose con garras y dientes a esto a lo que llamamos vida mientras cargan el peso de los pétalos con los que la susodicha flor de la juventud los ha adornado.