Había leído la novela hasta largas horas de la noche, sus ojos estaban llenos de lagrimas tras ver las injusticias que tenía que sufrir el dulce protagonista omega, "¡¿Por que diablos te enamoraste de él?!, el otro chico es tan lindo, deberías quedarte con el que te trata bien~ aaaaaahhh !!", rodando por la cama mando a volar su celular, "maldito triangulo amoroso, no se ni para que leo si siempre se quedan con el que los trata mal, espero que la autora recapacite y al menos haga sufrir a la madrastra y a la maldita hermanastra"
Pensando por un momento fue a buscar su celular, su vida tampoco era muy buena, sus padres habían fallecido hace tres años, el dinero no era mucho, tuvo que buscar trabajo como modelo o a veces iba a cantar a algún bar, salió de la universidad por que ya no tenía como pagar, consiguió algunos amigos de buen corazón con los que bailaba la música de sus idols, en definitiva había vuelto a vivir de a poco, a tratar de sobrevivir sin dinero y sin parientes, pero con lo necesario para ser feliz.
"¿Los ricos sufren en su mansión? , si tuviera todo el dinero de este trágico protagonista no tendría que esforzarme tanto, estudiaría y viviría para hacer lo que me hace feliz", levanto el teléfono y puso música mientras se cambiaba de ropa para salir a trabajar, "¡Oh rayos!, ¡voy a llegar tarde a la sesión!"
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.