«Siempre pensé que el humo era el alma de la materia, la esencia sagrada que se libera con el fuego. Mi cabeza sangraba por la violenta colisión contra la pared. Escuché un zumbido muy agudo que resonaba por todo mi cráneo. Sentía las manos y las piernas entumecidas, pero aún podía girar un poco el tronco.» Víctima de un atentado, una joven pierde la audición. A partir de ello, tendrá que sumergirse en el caos de la guerra desde una perspectiva silenciosa. [Advertencia] Toda posible mención de actos violentos en cualquiera de sus manifestaciones no busca glorificar ni justificar ningún tipo de agresión. Lejos de buscar el morbo, su aparición sólo tendrá funciones narrativas que no deben ir más allá de la ficción del universo aquí retratado.