El viejo y el diablo

Un mundo mágico abrió sus puertas y la luz de su interior se extinguió.

De cara a una ciudad en ruinas y entre cadáveres caminaba el viejo, con las manos temblorosas y los pies cansinos, con la lluvia hirviente golpeando su pecho desprovisto de ropa.
El revólver humeante aún se hallaba en su mano izquierda, detrás de él, su esposa yacía en llamas sobre lo que antes era el umbral de su hogar.
La luna cantaba y las sombras danzaban, pero él les daba la espalda, le daba la espalda a su antigua vida y emprendía el viaje para recuperar lo que se le había arrebatado, mientras el diablo reía, triunfante, jubilosamente, hasta su próximo encuentro.