En un mundo donde la jerarquía de las castas sigue teniendo especial importancia a pesar del mejoramiento de la igualdad entre Alfa, Betas y Omegas, Kihyun, un desdichado omega, sufre las consecuencias de estar con un alfa de doble cara que aunque parezca dulce en el exterior, considera a los omegas un objeto sólo para sus propios deseos. Kihyun sabe que nunca será feliz en ese lugar, pero con una marca que lo obliga a obedecer a su malvado alfa, no tiene más opción que provocar que lo deseche como una basura. Afortunadamente, a pesar de sus vagas esperanzas, todavía vio la luz al final del tunel en forma de una cara angelical sonriente que le extendió una mano sin pedir nada a cambio.