Adelehin lo dio todo por su manada, luchas eternas en el campo de batalla, noches interminables de insomnio, sudor, sangre y lágrimas. Pero al parecer aquello no fue suficiente, cuando pensó que no tenía nada más para ofrecerle a su manada para protegerla, todo cambió, ella le dijo que aún tenía algo para ofrecer, algo que podía darle todo aquel poder que estaba necesitando en esos momentos, para salvarla a ella y a los suyos.
-Un percio muy alto hay que pagar- susurro la muchacha con los ojos cristalizados.
Todos la miraban atentos, nunca habían visto a su general de aquella manera.
Ella no quería aceptar, algo dentro de suyo moriría si lo hacía, pero ¿Cómo podría ser tan egoísta como para dejar que miles de familias murieran a causa de su egoismo y escazo valor?
Miro atentamente a su hermano, el cual se hallaba al lado de su luna y sus cachorros, observo a Becka su mejor amiga y su abultado vientre. No, no dejaría que ellos murieran, no iba a quitarles su felicidad.
(...)
-Acepto- susurró la muchacha frente a aquel demonio, este la miró complacido y emocionado, era la primera vez en milenios que algún ser se atrevía a aceptar algunos de sus tratos.
《El poder es inimaginable pero el precio apagar es muy alto》
Y allí donde aquella muchacha de ojos esmeralda pensó que no tenía nada más que perder, sacrificó su felicidad por la de otros, sus últimas palabras fueron susurradas, un pequeño "Te amo" se escapó de sus labios, sin ningún destinatario.
Ella lo dio todo por su mandas, dio hasta lo que no tenía en sus manos, su amor por su gente fue tan grande que sacrificó lo único que no era solamente era suyo, ella sacrificó su felicidad y la de alguien que nunca pudo conocer. La de su mate.