-Mientes-. Reunes todas tus fuerzas para que tu voz no tiemble.-¡Estás mintiendo! Los azules ojos que alguna vez habías visto con amor se encontraban llorosos y desesperados. Arrugas el entrecejo al notar un fuerte dolor en tu pecho. A pesar de todo lo que había pasado, aún seguías sintiendo algo por él. -Fuiste la principal razón por la que nunca me dí por vencido-. Con cautela, Tom se acerca a tí, tomando tu mentón con una de sus manos, apartando una rebelde lágrima que se te había escapado y había empezado a rodar por tu mejilla.-Fuiste de las personas más importantes en mi vida. Lamento no haber estado para tí cuando más me necesitabas, lo lamento como no te haces una idea. No despegas tu mirada de la suya, buscando y anhelando la sinceridad de sus ojos. -No tienes que esconder tu dolor, no tienes porqué soportar todo tú sola, tampoco tienes que decirme nada si no quieres, solo... Solo quiero que mi pequeña damita deje de sufrir sola y en silencio.