-Vamos, te prometo que nadie lo sabrás, ni lo notará-. La sonrisa que le dio derrumbó todas y cada una de sus barreras. -¿Regresaré al amanecer? -su interlocutora negó sonriendo-, ¿Cuándo regresaré?-. Aquello le causaba una genuina preocupación. -Confórmate con saber, que podremos despertar y desayunar en paz, caminar por una hora y luego, quizá, regresaras-. Besó suavemente sus labios y la guió para salir de aquel horrible lugar.