Tantas veces rompiéndome, siendo destrozada por el pasado; tan marcada. Tan usada. Tan maltratada.
Siempre quise creer que después de tanta tormenta, al final, habría un bonito arcoíris para mí y que sólo debía soportar, ser fuerte para no caer y no rendirme. Para no tirar todo a la basura, la felicidad de las personas que amaba importaba más que el dolor que cargaba sobre mis hombros.
Tanto cohibirme me hizo sentir tan sola, tan vacía. No era fácil salir de ahí pero quise intentarlo porque cuando pensé que sólo me hacía daño a mí eso no era más que una absurda mentira quería creer por sobre todo; me refugiaba en mi lugar seguro mientras los que me amaban sufrían al verme así.
Quise pensar que la vida al fin podría sonreirme si yo me esforzaba porque fuera así, pero sólo me demostraba que no importaba cuánto hiciera, para mí no parecía haber un bonito arcoíris esperándome al final de las lluvias de mis desgracias, ni que la vida me sonriera un poquito más de lo que ya había hecho.
¿Por qué debía arriesgarme una vez más cuándo ya había aprendido la lección, cuándo ya me había quedado claro que no habría un final para toda la porquería y que era lo único que tendría en mi vida? No podía arriesgar más de lo que no tenía, pero sin darme cuenta, lo volví a hacer y todo por el tan aclamado señor Williams.