-¡Michael! - me giré y en efecto, allí estabas. - ¿Que pasa? De fondo, volcanes espezaban a erupcionar, ríos de lava bajaban de la ladera del volcán. Y tú, alzando tus brazos para darte esa espada, que todos habíamos construido al principio de nuestras peripecias. -Con este arma que todos forgamos con nuestras manos, acaba esto y alzate cómo lo que eres... Volteé la mirada y supe cuál era mi destino. Morir con paz o vivir con oscuridad en mi ser. Enfunde dicha espada, suspiré y me avalance sobre él y ahí acabo todo.