Nunca nadie había llamado tanto la atención de Camila como aquel chico que, por obra del destino o de alguna fuerza mayor, comenzó a coincidir con ella, sentándose frente a ella en aquel vagón de tren. Su apariencia tranquila y despreocupada hacía que el corazón de Camila latiera desbocado. Si tan solo tuviera el valor de hablarle y preguntarle su nombre... No tardan mucho en cruzar miradas, y aquel vagón de tren se convierte en algo más que un simple medio de transporte. Se transforma en un universo paralelo donde las sonrisas tímidas y las miradas furtivas dan paso a sentimientos profundos que empiezan a surgir entre ellos. Si alguien les hubiese dicho que experimentarían algo así, sin duda alguna no lo hubieran creído.