Camila no sabe de sexo. Lauren no tiene idea de lo que es el cariño. Siete días fueron todo lo que se necesitaron para que ninguna de las dos consiguiera sacar de su mente a la otra.
Camila Cabello tiene todo lo que podría desear en su vida; belleza, fama como una de las solteras más codiciadas de Miami, dinero, una familia amorosa y un trabajo como empresaria que le encanta. Sólo hay una cosa que podría estar mal en su vida según su amiga Dinah; Camila nunca ha dado su primer beso, ni ha tenido sexo, sencillamente porque no le interesaba. Eso cambia cuando para celebrar su cumpleaños 24, Dinah la lleva a Dolce Inferno, un prostíbulo de lujo en el que espera que Camila se decida de una vez por todas a perder su virginidad.
Lauren es una bella mujer intersexual que debido a su condición, fue abandonada de niña en la inmensa ciudad de Miami. Carina, la dueña de Dolce Inferno, la encontró en las calles y la recogió. Ahí, Lauren aprendió un oficio, uno sólo, que es el de usar su cuerpo para dar placer. Está tan acostumbrada a que mujeres curiosas por su intersexualidad la miren con deseo y no duden en pagar cualquier cantidad por su tiempo, pero ninguna ha despertado alguna pasión ni fuego en ella. Son trabajo y nada más. Por ello, cuando una preciosa latina la salva de tener que pasar tres días de horror con una cliente a la que detesta, todo su mundo se desestabiliza. No puede entender cómo Camila no la ve con deseo o lujuria, sino con inocencia, dulzura y timidez. Algo dentro de Lauren aparece por primera vez y todo en lo que puede pensar es en quitarle toda esa timidez en la cama, mientras sin que se de cuenta va dejando que esta poco a poco rompa con todos los muros que había construido alrededor de su corazón.
Camila pagó para tener a Lauren siete días, y esos siete días fueron suficientes para que una de ellas aprendiera lo que es el sexo, la otra lo que es el cariño, y las dos lo que es el amor.