La odiaba. Eso era lo único que Daryl Dixon podía asegurar mientras la observaba. La odiaba y odiaba cada uno de sus detalles y actitudes. Odiaba la sonrisa tranquila y dulce que esta todas las mañanas le regalaba, igual odiaba la incesante conversación que ella se esforzaba en mantener sobre cosas estúpidas y triviales y también odiaba como la chica tendía a ponerse al tu por tu con el cuando algo no le parecía. Aunque sobre todo odiaba... -¡...Y te juro que voy a matarte mientras duermes, maldito CABRON!- terminó la frase la chica mientas se colgaba al hombro la mochila y se daba la vuelta para alejarse haciendo que el estómago de Daryl se revolviera. Lo que más odiaba de la chica era que había logrado volverse para el mil veces mas indispensable que el oxigeno. Estaba jodido. Ella lo había jodido.