Ayano no sabía lo que se sentía ser feliz, sólo conocía la indiferencia de su madre "lamento el día en el que decidí ser igual a ti Ryoba..." "me has robado, me has mentido, y aun así nada de eso fue peor que haber sido tu hija" "¡MALDITO EL DÍA EN EL QUE TE LLEGUE A ADMIRAR!" lo único que quedaba de aquella chica en aquel cuarto estéril... Era su uniforme perfectamente doblado, sus zapatos limpios y su preciada liga para el cabello. Aquellos objetos nunca serían usados nuevamente por su dueña original nunca más.
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