De reojo pude notar que entre la multitud se encontraba aquella pareja del tren, pero vestidos igual que los demás; después de todo si estaban siguiéndome. Fue entonces cuando un hombre salió del otro lado de la habitación, pero él vestía diferente. El hombre iba de traje negro y máscara dorada. Al entrar, todos lo regresaron a ver levantando sus copas hacia él, él sonrió y se dirigió a mí con pasos firmes. - Alonso, te esperaba. - dijo con tono emocionado. - Soy Elijah. Te he invitado aquí para que te nos unas. - ¿Unirme a que?- respondí confundido. - A nuestra élite, claro. - contestó como si fuera obvio, aunque aquello parecía más una secta. - Es tu derecho familiar, aunque todavía tenemos que hablar sobre eso. Pero tengo a alguien que te explicara todo.