La primera flor que se marchitó estaba en la mesita a lado de la cama junto a un libro sin terminar. El separador de hojas marcaba la página 173, el labial color vino estaba sin cerrar y manchó accidentalmente la madera. Kakashi se aseguraría que la mancha del labial siguiera ahí, al igual que los pinceles sin lavar, las pinturas sin terminar y la ropa perfectamente doblada en el armario. Después se marchitaron las flores de la sala, las de la ventana de la cocina y las de las macetas del jardín. Las únicas que sobrevivían eran los lirios de la entrada, radiantes, llenos de vida... patética ironía.