Sus ojos escondían distintos tipos de incógnitas, dejándome en un lugar indefinido ante todos mis sentidos. Sabía que no me quería cerca, pero como yo era lo suficientemente terca para seguir insistiendo, me dejó entrar, más no me guió en el camino. Demonios. Gracias, Harry. Sus demonios se escondían en lo más profundo de su ser, adentro de su alma (o quizás dentro de sus pantalones). Deja la mamadera de gallo, Harlie. Lo que quizás tienen que saber es que el misterio no acaba en lo que es él o en lo que pretende ser, si no en lo que hay en su familia, amigos, entorno, y realmente me asusta saberlo, pero mi curiosidad es algo que va más allá del infierno. ¿Qué es lo que no debería saber, lo que tanto me esconde? Bueno, habrá que averiguarlo e intentar que no me peguen un tiro en el entrecejo en el intento, ¿no?