[No es necesario haber pasado por Eternos Finales. Es historia distinta, pero en relación con el primero]
Siglos y siglos habían pasado, las eras llegaron a su fin para darle pase a las nuevas. Nuevas generaciones nacieron, se adaptaron al nuevo mundo, pero como siempre, la historia pasada se seguía repitiendo.
Las nuevas razas eran cazadas, ninguna tenía escapatoria. Algo les arrebataba la existencia, la vida, sus familias, todo lo que les pertenecían por derecho se les quitaba sin la más mínima piedad. Nadie está a salvo. Su mundo poco a poco estaba siendo destruido por ese algo que alguna vez perteneció a ello.
Pero ante la destrucción, siempre está la revolución, aquellos que darán la pelea sin rendición. Ellos son los fuertes que protegen al débil, los que darán su vida por ello. Aquí no existen los cobardes, existen los que tienen la fuerza hasta el final.
Puede que su existencia no sea salvada, pero la esperanza es lo último que se pierde.
«La manada siempre estará unida, estamos rotos, pero haremos los vínculos finales. Nosotros somos las rupturas finales».