El amor nunca deja de ser

Se aproximó a abrazarme y levantarme en sus brazos.
-Te quiero mucho, Jessica.
Le correspondí el abrazo.
-Yo te quiero más, Leo.
Siempre creí que se trataba de una amistad incondicional.
Al separarme de él, caí en cuenta que el profesor había llegado.
Leo se marchó rápidamente, quedándome sola para enfrentar lo que se aproximaba.
-Buenos días alumnos.
Se trataba de una voz diferente. Definitivamente, no era la gruesa voz del profesor Smith.
-Buenos días, profesor. -Respondimos al unísono-
Incorporé un poco más mi cabeza para ver de quien se trataba.
En ese momento, vi a aquel sujeto que me observaba en la mañana. Solo me quede inmóvil mientras lo veía terminar su eterno paseo por el salón hasta quedar frente a nosotros.
-Mi nombre es David Miller, y desde hoy seré su nuevo profesor de psicología. -Dijo- ¿Pueden presentarse, para así comenzar a conocernos? -agregó-
¡Oh, no!, esto de hablar en público, no era bueno para mí.
Sin ánimo y con un poco de pánico por el hecho de que tendría que hablar frente a un grupo grande, escuché a todos mis compañeros, hasta que, lamentablemente, llegó mi turno.
El profesor miraba atentamente el libro de clases. No estaba tomándome atención.
-Me llamo Jessica y tengo 18 años. -Al concluir, David levantó la vista, y me miró fijamente-
Con sus ojos, algo me dijo.
Suspiré y desvié la mirada.