Nunca fue una persona sociable, su vida se resumía en ser bueno en los estudios, ayudar con los deberes de su hogar y en la vieja panadería familiar. No le interesaba agradar o llevarse bien con sus compañeros de clase, o con su hermano; aunque ello no impedía que no se preocupara por él. Simplemente, Menma, el hijo mayor del señor y la señora Namikaze, era un fiel creyente de que si uno no se metía en la vida de los demás, ellos no tendrían por qué meterse en la tuya. Nunca imaginó que aquella filosofía fuera su propia perdición.
Todo ocurrió hace un poco más de cinco años, una hermosa mañana de abril. Así como las flores habían llegado a su vida, ella también lo hizo.
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#MenmaHinaNaru