El Reino del Sol y la Luna han estado enemistados por eternidades, siempre es cuestión de tiempo para que la guerra estalle y el momento ha llegado. Wilhelmina Hetterstern yace acostada en su celda, capturada por los solares. La desesperanza y la culpa se apoderan de ella mientras espera el momento de la ejecución, no le teme a su muerte, pero le aterra del destino de su amado y sus amigos, quienes se vieron arrastrado hasta ahí por ella.
"El tiempo pasa de una manera abrumadoramente lenta, el sol y mis propios pensamientos son mi tortura. "Si tan solo no hubieras sido tan estúpida", "Si están muertos, será tu culpa" me dicen constantemente mis pensamientos. Los rayos de sol se intensifican por el techo de cristal, una celda hecha para lunares. Por las noches cubren el techo, para que la luna no llegue a mí. Ojalá la luna me diera poderes mágicos, tal como mis antepasados tenían. Usaban la luna para sanar, defenderse, atacar, formaba parte de su día a día. Pero simplemente esas artes comenzaron a ser olvidadas hasta volverse no más que cuento, al igual que los elfos, enanos, dragones, las criaturas feéricas. Por el día, el inclemente sol me tortura, quema mi piel y por la noche, mis pensamientos no me dejan dormir. Mi mente repasa desde el primer día de la guerra hasta hoy, intentando evitar que los pensamientos de culpa afloren, pero cada vez que cuento la historia, llego a donde todo se vino abajo."
Cuando Jana, una talentosa y apasionada arqueóloga, es elegida para un proyecto de exploración por el gobierno, no imagina que esta misión cambiará su vida para siempre cuando conoce al comandante Maximilian Hoffmann; el prometido de la mejor amiga de Jana, por más que intenten evitarlo la atracción se vuelve cada vez más insoportable entre ellos, mientras se embarcan en una peligrosa expedición que los hará vivir una aventura llena de mentiras, secretos y erotismo. ¿Logrará Jana evitar mezclar sus sentimientos y su deseo?