Cher... (Cartas dominantes II)

Fue una noche de copas y ahí cambió todo, en medio un aíre insalubre que me ahogaba por el humo a cigarro y otras drogas, alcohol, sudor y pasión llenando la pista y amigos que alardeaban de tu belleza. Ni siquiera lo negaré me resistí a mirarte, pero el menear de tu cuerpo al caminar, la tela ceñirse a cada curva que ay en ti, la sonrisa envuelta en un fino labial que rebelaba tu seguridad y que te hacía robar las miradas de todos los hombres me hicieron darme cuenta de algo.
Eras tú, eras el premio por el cuál había estado luchando por tanto tiempo; me hipnotizaste con tu baile y tu mera existencia en aquella discoteca.
Así que fui por ti y te tomé.
Sabía que serías mía y no estaba dispuesto a compartirte con nade más porque el juego lo había ganado yo.
Al menos eso es lo que creía hasta que a nuestra puerta llegó un caja con cartas y lo cambió todo...

¿Por qué me escribe pensando en él? ¡Ella debe pensar en mí y en mi cuerpo haciéndola mía! ¡No el de él!