Es extraño como suelen suceder las cosas. Tal vez nunca nos hayamos dado cuenta, pero la respuesta a nuestras preguntas siempre estuvo frente a nuestros ojos. Tal vez nunca lo hayamos visto, pero el amor siempre estuvo ahí. Tal vez nunca lo hayamos creído, pero cada suceso en nuestra vida estaba destinado a pasar. Todo estaba destinado a suceder, incluso nuestros impulsos, nuestros pensamientos, nuestros aciertos, nuestros errores... Un error, sí. Todo comenzó por un error. Esa tarde, cuando entré accidentalmente a ese bar, ni siquiera pensaba en mi destino. Sólo era un día más, y acababa de cometer el grave error de entrar a un lugar sin ver primero qué era... Nunca imaginé encontrar mi destino de esa manera, pero allí estaba él, y después de ese encuentro ya no hubo marcha atrás. No me importó el peligro que corría estando a su lado, no me importó que sus enemigos se volvieran los míos, no me importó la forma en que me estaba arriesgando a perderlo todo.