Como dice la leyenda japonesa, si alguien lograba doblar 1000 grullas de origami, su deseo más preciado se haría realidad. Entonces, todos los días, Mint Rosé McKinney doblaba una grulla de papel de origami y se la daba a un afortunado estudiante de Hogwarts. Hasta que fue el turno de James Potter de recibir su grulla. Y no era nada de lo que esperaba.
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