─Era sarcasmo, Kei. ─Él esbozó una sonrisa genuina, sin un atisbo de altanería─. ¿De qué te ríes? ─Nadie me llama Kei ─declaró con simpleza, tratando de restarle importancia al asunto, y se recolocó las gafas─, ni siquiera Yamaguchi. ─No pienso llamarte Tsukki, si es lo que pretendes. ─No, mejor no lo hagas. ─Y ahí estaba de nuevo esa irritante sonrisa socarrona.