Hyunjin es guapo y lo sabe, pero no podría importarle menos. Muchos atribuyen su seriedad y lejanía a una arrogancia basada en su dinero y belleza, diciendo que por ello ya se cree el rey del mundo. Mientras, su familia se burla refutando que de nada sirve su belleza si su cabeza es un desastre. Así, un día simplemente los manda al demonio a todos. Prefiere partirse trabajando que seguir soportando esa porquería. Y Hyunjin vive su vida... Tranquila y algo aburrida, pero intentando de a poco quererse un poquito el mismo por las razones correctas, buscando la felicidad de la que tanto se habla. Fracansando, pero no rindiéndose por completo. Hasta que llega un chico de abultadas mejillas, que le dice lindo cuando ni siquiera puede verlo, iluminando con su sonrisa de corazón cada uno de sus malos días.