De repente me miró confuso -¿Quién le pone un nombre tan ridículo a su cámara? Es más, ¿Quién le pone nombre a una cámara? -Ey, no es ridículo-me quejé. -La iba a llamar Patricia, pero me decanté por Patata. Ya sabes, por eso de sonreír-Vale, pensándolo mejor, suena bastante ridículo, pero estoy orgullosa de ella. Es mi mejor adquisición. -Pero si tu le has puesto nombre a tu pistola-habló otra voz. -Lo de Margaret es distinto-se quejó el sujeto anterior y yo podía notar que estaba algo avergonzado