A veces la vida nos sorprende, da un giro de 360º sin preguntarnos si queremos que dé ese giro, si decirnos quien caerá y quien se quedará, simplemente ocurre, nos rompe los esquemas, nos destroza, nos ilusiona, no mata y nos devuelve a la vida en un segundo, rozamos el cielo y el infierno. Aparece alguien que nos hace frenar, ver las cosas de diferente modo, desde otra prespectiva, te enseña a bailar bajo la lluvia en días de tormenta, a ser más sincera contigo y con tu mundo, entonces es cuando te das cuenta que hay quien sabe ser magia aunque nunca llegue a saberlo, porque inevitablemente te enganchas a su sonrisa, su risa, su olor y sus maneras, la peculiar manera de la que te abraza, se esconde en tu cuello y no sabes como deshacerte del mundo, te saca la sonrisa tonta y se seca las lágrimas. Es ahí cuando dejan de importar las todas las TRAMPAS que debas superar.
Isabelle, quien en algún momento fue una adolescente enamorada, es ahora una adulta que no puede dejar de pensar en su primer amor, quien la abandonó repentinamente. Su nombre era Maia, y ella fue su todo.
Como consecuencia, pasaba sus noches recordando a esa joven que amó con tanta intensidad hace años, la única por la que sintió algo realmente.
Siendo una escritora ascendente en popularidad entre los géneros que acostumbra, decidió compartir la historia de su romance fallido disfrazándola de uno ficticio.
Empieza a escribir su historia mientras recuerda con cariño cómo empezó todo entre ellas,
buscando desahogarse solamente y contar eso que le ha costado horas de sueño para así por fin empezar a soltar, tanto a Maia como a
su recuerdo.
No esperaba volver a encontrarse con ella, menos que eso desatara una guerra interna sobre si debería dejarla entrar a su vida de nuevo o no, porque paz y Maia no iban en la misma oración.