Hazte responsable de mis fantasías

Jiang Cheng no necesitaba a nadie más que a sí mismo. El gran Sandu Shengshou rompería, personalmente, las piernas de quien se atreviese a insinuar que muy en su interior, había lago que anhelaba. Algo que dejó atrás, al igual que aquellos innumerables frascos de fantasías que yacían rotos e irreparables en su interior.

¿Qué podría desear el temible líder de Yunmeng Jiang?

¿Acaso era el único en todo el mundo del cultivo que se había deshecho de todos sus deseos más profundo?

En ese caso ¿Qué pasaba entonces con aquel glorioso primer jade que se había sumido hace tanto tiempo en una profunda reclusión?

A veces nuestros caprichos más complejos se pueden presentar, en la realidad, como el grito o el beso de un alma que no puedo soportar más el ser apresada.